Graciela Iturbide
Descubre el fascinante mundo de la exposición fotográfica de Graciela Iturbide
Ver más allá
Soñar, imaginar, sentir. Más que identificar cosas, personas, animales o formas naturales, lo que nos piden las fotografías de Graciela Iturbide es entrar en la dimensión de lo imaginario. Refieran sus imágenes a los seris, los zapotecas o los tarascos, o a tierras más lejanas como Italia, la India o Japón, el reto es el mismo: prescindir de nuestros hábitos de explicación de la realidad para abandonarnos al mundo ambiguo de las formas y los afectos simbólicos.
¿Qué pasión impulsa a la mujer seri que camina decidida y orgullosa, cargando un radio en el desierto? ¿Irá escuchando Rigo Tovar, cuya vestimenta inspira la de sus compañeros seris como Manuel? ¿Qué potencia suprahumana —qué ánima— se desprende de la sangre de la pared de Los pollos o Los gallos de Juchitán? ¿Cómo se confunden lo masculino y lo femenino en la figura juchiteca de Magnolia, o lo humano y lo vegetal en la palma de Ostia o los cactus del Jardín Botánico?
Como en el mundo de los sueños, los lugares, los seres y las cosas de las distintas series de Iturbide funcionan como símbolos intercambiables, como ventanas al inconsciente. En tierras distintas y ante personas que se expresan en lenguas diferentes, Graciela produce imágenes hermanadas por los mismos valores: por el profundo vértigo de lo oscuro, por la impermanencia de las formas materiales, por la fragilidad de los seres vivos o por la insólita potencia de lo real.
Si contemplamos con verdadera atención y vemos más allá de la asociación superficial de la fotografía de Iturbide con el folclor de México o de cualquier otro lugar, entenderemos su propósito fundamental: el de un proyecto fotográfico como umbral al sentido hondo de la existencia. Porque es ahí, en la dimensión incierta y afectiva de las imágenes más que en la precisión obsesiva de las palabras, donde nos sentimos completamente integrados al todo: un espacio vasto, hondo e insondable de deseos y pulsiones, de múltiples deslizamientos entre el negro y el blanco, profundamente significante.
Laura González-Flores
Graciela Iturbide
Crédito: Mario Bellatin y Marco Delogu
Discípula de Manuel Álvarez Bravo, Graciela Iturbide es una de las fotógrafas internacionales más reconocidas. Merecedora, entre otras distinciones, del Premio Nacional de Ciencias y Artes, así como de los premios Eugene Smith y Hasselblad —éste último, el galardón fotográfico más preciado—, Iturbide ha desarrollado, a lo largo de cinco décadas, notables series fotográficas en las que se integra lo documental y lo poético, las principales: Avándaro (1971), Los que viven en la arena (1978) en el desierto de Sonora, Juchitán de las mujeres (1979-89), Naturata (2004), El baño de Frida (2009) y, recientemente, White Fence Gang (1986-2019).
Crédito: Mario Bellatin y Marco Delogu
Graciela Iturbide
Discípula de Manuel Álvarez Bravo, Graciela Iturbide es una de las fotógrafas internacionales más reconocidas. Merecedora, entre otras distinciones, del Premio Nacional de Ciencias y Artes, así como de los premios Eugene Smith y Hasselblad —éste último, el galardón fotográfico más preciado—, Iturbide ha desarrollado, a lo largo de cinco décadas, notables series fotográficas en las que se integra lo documental y lo poético, las principales: Avándaro (1971), Los que viven en la arena (1978) en el desierto de Sonora, Juchitán de las mujeres (1979-89), Naturata (2004), El baño de Frida (2009) y, recientemente, White Fence Gang (1986-2019).
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*Producción nacional de artes visuales realizada con el estímulo fiscal del artículo 190 de la LISR (EFIARTES)*